martes, 5 de junio de 2012

Segunda oscuridad, de Andrés Trapiello



MUCHO MÁS QUE OTRO LIBRO
Andrés Trapiello
Segunda oscuridad
Valencia, Pre-Textos, 2o12



Tras ofrecernos bajo el sello de Tusquets dos libros que, para decirlo desde el principio y rápidamente, contienen algunos de los mejores poemas que se han escrito en castellano en las últimas décadas (Rama desnuda, en 2001, y Un sueño en otro, en 2004), y tras ocho años de espera, Andrés Trapiello vuelve a publicar versos en su casa valenciana de la editorial Pre-Textos, donde ya apareció en 1993 Acaso una verdad, otro extraordinario volumen que mereció el Premio de la Crítica. Y entre estos cincuenta y nueve nuevos poemas que componen Segunda oscuridad, hay otra vez diez o doce que son verdaderamente definitivos, perfectos, conmovedores, y que convierten al conjunto en algo más que otro libro de plenitud.

Quien piense que exagero no tiene más que acudir al primer poema del libro, "Mesa", o adelantarse y leer el último, "Niños en la calleja". Trapiello siempre ha sido muy hábil al elegir los poemas de entrada y salida de sus libros (el que cerraba Rama desnuda, intitulado y horaciano, es tal vez el poema más sublime y rotundo que ha escrito nunca) y este nuevo libro no supone una excepción. La novedad más llamativa es que en ambos poemas acaba colándose la muerte, un tema que, libro a libro, va ganando más terreno y ensombreciendo más páginas (y de hecho el título general también alude a ella, como se comprueba en el también impecable poema "Las dos noches"). Entre uno y otro, otros textos como "A unas rosas secas", "Ánades", "Golondrinas", el dickinsoniano y precioso "Flores de cerezo" (y también en los homenajes directos de "Amherst" y "Lámpara, insectos"), "Hormiga", la elegía a "Ramón Gaya" o "Lilas fuera del tiempo" son poemas en los que sencilla y directamente hallamos eso que muchos pedimos a la poesía, que nos recuerdan por qué la buscamos entre el ruido y la leemos, por qué perseveramos.

Con los mimbres de siempre, con los misterios y símbolos eternos, Trapiello ha conseguido otro libro que será siempre joven y que, a su modo y gracias al estilo y el carácter cada vez más refinado de su literatura, también es incontestablemente original. Ya he apuntado que la muerte va apareciendo con desasosegante ritmo y creciente protagonismo (incluso en los poemas de amor, como "El despertar"), pero también hay más humor, y más explícito, aunque no ese humor bañado en ironía nihilista que tanto abunda en esa 'poesía de listillos' que se estila hoy, sino un humor con verdadera alegría e inteligencia, que casi se finge infantil (como en el poema "Agropecuaria (Una poética)") y que, paradójicamente, puede llegar a ser mucho más mordaz, retorcido y, desde luego, eficaz. La de Trapiello es una poesía construida a partir de tópicos clásicos sobre los que él arroja siempre una nueva luz. La poesía sirve para recordarnos continuamente las cosas elementales, pero cada vez de un modo nuevo, y en ese sentido Trapiello es un maestro, y sus versos mucho más vivos y mucho menos ingenuos que los de los poetas obsesionados por alcanzar una novedad que casi nunca es tal: es un desafío mucho más exigente decir algo nunca oído o incluso insólito sobre un amanecer, un jilguero o unos jazmines, y, si se tiene el talento y la intuición de Trapiello, el resultado es insuperable. Una vida de amor y de trabajo, de paz y de inspiración, de silencio y también de recuerdos (como el que se relata en "Mota de polvo") da lugar a meditaciones y hallazgos que a veces se convierten en poemas como éstos (pues "lo que se sabe sentir se sabe decir", como Trapiello recuerda a menudo, citando a Cervantes). Con todo ello el poeta leonés ahonda todavía un poco más en lo que siempre ha sido suyo, y nos entrega otro eslabón contemporáneo y muy íntimo de ese eterno libro de todos, interminable y colectivo, que se lleva escribiendo desde la primera perplejidad, desde la primera pregunta, desde la primera palabra que alguien quiso dejar grabada con verdad y emoción. "El mismo libro", sí, pero cada vez distinto y cada vez mejor.

[Reseña publicada en la edición de la Comunidad Valenciana de ABC, 26 de mayo de 2o12]